lunes, 22 de diciembre de 2008

CHOTO ESTILO DE LOS TABLONES



Ingredientes:
1 choto de 6 o 7 kilos, hecho trozos
Medio kilo de sangre cocida (además de la del propio choto)
8 – 10 ñoras o pimientos rojos pasados por agua caliente.
2 cabezas de ajos
Un puñado de orégano
Pimienta molida en cantidad suficiente (al gusto)
Aceite para sofreír la carne (abundante)
1 vaso de vino blanco bueno (montilla o jerez)
Litro y medio de vino blanco común
Sal
MODO DE PREPARACION
Se sofríe la carne en abundante aceite y una vez hecho, se retira casi todo el aceite.
Se muelen en la minipimer primero la pimienta con el orégano y se le añaden los ajos y luego las ñoras o pimientos, si esta muy seco se le echa un poco de vino blanco.
Ala sartén se le añade el vaso de vino bueno y se esta moviendo casi hasta consumirlo, añadiendo el vino común y el majado de especias.
Se le añade la sangre cocida.
Cocinar a fuego lento hasta que este en su punto.

domingo, 14 de diciembre de 2008

PREGON OFICIAL 1998


PREGON DE SEMANA SANTA DE MOTRIL 1998

Tú has de ser la primera a quien me dirija en esta tarde de primavera motrileña, porque eres Tú la principal protagonista de la historia que cada año conmemoramos en esta tierra de María Santísima. A Ti Señora de la Cabeza mi primer saludo. Te pido licencia para mi gran atrevimiento, que no es otro que dejarme guiar por tu ayuda mediadora para poner en estas palabras, como si Tú misma hablaras, los pensamientos, penas, amarguras y dolores que Tú, Santísima Madre, hubiste de soportar con Amor infinito a tu divino Hijo. Celestial y Excelsa Patrona de Motril, perdóname tal atrevimiento y auxilia a este hijo tuyo, que solo aspira en este día poder testimoniar a mis hermanos cofrades de Motril la Pasión y Gloria de Nuestro Señor.


Tus hijos te rinden culto,
a ti, divina paloma,
que al mirar hacia lo alto,
ven el Amor que a Motril se asoma.
No hay dolor que no encuentre consuelo
en tu mirada tan dulce.
Ni angustia que alivio no halle
bajo el amoroso manto
que adorna tu fino talle.
Eres de Motril, Señora,
de su vega, mies fecunda,
alivio de los pesares,
Porque eres Señora divina,
por infinitas razones
nombrada por los motrileños
corregidora perpetua
de estos fieles corazones.

Itmo. Sr. Vicario Episcopal, Sra. Presidenta y Junta de Gobierno de la Agrupación de Hermandades y Cofradías, Sres. Hermanos Mayores y Juntas de Gobierno, hermanos y hermanas cofrades.
Resulta ocioso expresar el gran honor que representa para mi encontrarme hoy en esta tribuna. El mutuo sentimiento de amistad que me une a los miembros de la Junta de Gobierno, tan dignamente presidida, les llevaron quizá a designar para tan honrosa tarea a quien les habla.
Vaya por delante, pues, mi agradecimiento a quienes decidieron que este cofrade de a pie, se disponga hoy a intentar cantar la Pasión de Nuestro Señor y el Dolor de su Santísima Madre desde esta particular Jerusalén motrileña.
No he conocido hasta este momento las palabras de mi presentador, pero tratándose de mi querido hermano Agustín, sin duda se habrá excedido en elogiar mis pobres virtudes, omitiendo, por puro afecto fraterno, mis defectos. No obstante, he de agradecerle públicamente su amistad, su confianza, tantas veces demostrada, y sus cariñosas palabras.
Al aceptar esta misión que me ha sido encomendada me hice la siguiente pregunta ¿Cómo iniciar el pregón de la Semana Santa de mi pueblo? La respuesta vino a mi mente enseguida. La Semana Santa popular, nuestra peculiar forma de entender la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, es fruto de una tradición de siglos, y de unos sentimientos históricamente compartidos por las generaciones que nos han precedido. Así pues, no cabe comenzar este Pregón mas que con el recuerdo, admiración y reconocimiento a cuantos ya no están con nosotros y sin cuya enseñanza, ejemplo y trabajo cofrade, nuestra Semana Santa no habría llegado a ser como es hoy. Y he de deciros, queridos hermanos, la admiración que siempre me ha producido el escuchar a mis mayores cómo aquellos antiguos cofrades tuvieron que realizar su labor en unas condiciones tan penosas y precarias muy diferentes a las que hoy nos encontramos en nuestras cofradías. Desde esa procesión gloriosa que es el Cielo, los viejos cofrades nos siguen dando ánimos y marcandonos el camino en nuestra Estación de Penitencia. A todos ellos esta dedicado este Pregón.
Hace ya mucho tiempo hubo un niño es esta ciudad que, como tantos en aquellos años, era monaguillo de su Parroquia en el barrio de Capuchinos. Dentro de su corta edad podía percibir como al llegar la primavera de aquel Motril todavía pueblo, donde aun se jugaba al balón en las calles de tierra, donde aun los niños llenaban las calles; en este tiempo su mayor distracción era aliviar a los pobres borricos de su carga de cañas recién cortadas, provocando la ira de los antiguos arrieros. Decía, que al llegar la primavera, ese niño podía percibir cómo su iglesia cambiaba por completo, y a ese Señor muerto que todo el año veía en una urna encerrado, lo sacaban de ella para ponerlo sobre una camilla y a la Virgen vestida de riguroso luto la subían a un enorme trono con una más enorme cruz a su espalda. Yo como ese niño, vestido de monaguillo, acompañaba a la procesión de su barrio, sin saber muy bien por qué, en ese día de primavera las personas mayores se vestían con un hábito y tapaban su cara. El por qué de todas esas cosas lo fue aprendiendo aquel niño con el paso de los años, y es el fruto de ese aprendizaje, vivido y sentido, lo que ha de conducir, ojalá lo consiga este pregonero, estas palabras que hoy os dirijo.



Aun recuerdo aquel niño que jugaba a ser carpintero. Cuanto tiempo ha pasado de aquello. Hace ya tres años que marchó de casa, y a veces me han venido a visitar a Belén, dese Judea y Galilea, hombres y mujeres para contarme todo lo que mi Hijo estaba haciendo. A los ciegos que dio vista, los tullidos que se levantaron del suelo, cuando sacó del sepulcro a su querido Lázaro. Y yo misma recuerdo vivamente cuando fuimos a Caná, en aquella boda.

Hoy estoy aquí, con Él, en Jerusalén; tan llenas las calles de gente como en un día de mercado. Él ha venido con sus amigos y con esa multitud que desde hace tres años le sigue por todos los caminos. Pero le están gritando. Le llaman bendito. Y son también muchos niños los que le aclaman a su paso. Esos mismos niños que Él gusta de rodearse, porque en sus corazones limpios se esconde la llave de su Reino; cuando me contaron que para en entrar en él dijo que había que hacerse como niños. Desde este mirador rodeado de palmeras y de pinos puedo oír también cómo esta sonando la música a su paso, y esos muchachos que parecen llevarlo en vuelo. Es como un Rey, al que aclama todo su pueblo. Pero Él me contó que su Reino no es de este mundo. ¿Cómo ahora lo llevan como un rey? Él siempre ha reinado en mi corazón y en el de cuantos lo han conocido. Seguramente se refería a eso, no es su deseo reinar en Jerusalén, sino en el corazón de todos los hombres.
He bajado del Cerro donde me encontraba para ir cerca de Él. El pueblo entero le acompaña moviendo palmas y ramas de olivo. Adentrándose por estrechas calles y desde los tejados y azoteas llueven flores y romero, que perfuman el aire con su fragancia. Me pregunto si será este el momento de realizar mi Hijo aquello para lo que anuncio el Ángel que venía, si ha llegado el momento de Jesús Salvador. Toda esta muchedumbre que lo aclama, los hosannas que le gritan han de ser una señal de triunfo, del comienzo de su reinado.
Se ha acercado a mi en esta callejuela, que le llaman de Comedias, y solo le ha dado tiempo a dedicarme una sonrisa; quizá recordando cuando hace algunos años estuvimos en una de estas casitas, rodeados de muchos amigos a quienes entregó su Amor y les enseñó que es su único mandamiento.





La tarde se esta marchando
y pinta de sangre la vega,
cuando entra Jesús a Motril,
a lomos de burra llega.
Las campanillas repican
cuando alegre trota el paso
al salir por esa puerta
del Colegio del Rosario.
Un clamor de niños-hombres
afuera lo están esperando,
al Señor de la Borriquita
con palmas acompañando.
A su paso las palmeras,
como si corazón tuvieran
se inclinan a contemplar
al Rey de reyes de cerca.
El pueblo entero le grita,
Motril entero le ensalza,
a Jesús de Nazaret
todos reciben con palmas.
Y los niños, inocentes,
en gritar son los primeros,
pues es su corazón la puerta
para el Reino de los Cielos.
El costalero lo mece
sobre sus hombros cansados,
es su forma de alabar
a quien va a ser crucificado.
Pases por donde pases,
Comedias, Nueva o Cruz Verde,
Motril entero se apiña
en tus calles para verte.
Mirad todos los que veis,
seáis o no de la Hermandad,
cómo Jesús en un asno,
nos da lección de humildad.
Y cuando por Carrera pasa,
saliendo ya los luceros,
Jesús en su burra va
al son de Campanilleros.
Y cuando se va a encerrar
Tu Rostro, resplandeciente,
Jesús no nos dejes nunca,
gritamos aun más fuerte.
¡Jesús de Jerusalén!
Jesús de Motril el Rey,
en Ramos nos enseñaste
que es el Amor, tu Ley.


Todavía resuenan en mi cabeza los ecos del Domingo. Las aclamaciones a mi hijo. Sin embargo hoy sé que me he quedado sola, y que Él se ha ido a rezar al Monte de los Olivos. Han ido con Él tres de sus amigos, pero sé que Él también se siente solo. Ahora comprendo que se acerca el momento. Esta noche han estado cenando todos, ha compartido una vez más el pan con todos. Pero ahora se ha quedado solo. Solo no. Tiene mi amor y sobre todo tiene el Amor del Padre. ¡Cuanta obediencia debe haber en Él para aceptar ese trance! Y cuanta resignación. ¡Dios mío! Para que el corazón de Madre soporte esta herida. La misma obediencia que yo aprendí cuando vino el Ángel a anunciarme su llegada, la transmití a Él. De nuevo recuerdo la boda en Caná y cómo obedeciendo mi petición transformó el agua en vino. Hágase en mi según tu Palabra, le dije al Señor aquella vez; y Jesús no podrá mas que ponerse en las manos del Padre esta noche de lunes, no querrá mas que aceptar la voluntad del Padre.
Es tan doloroso para una Madre aceptar el sufrimiento de su Hijo, peor es la voluntad de Dios y por otra parte yo he sabido siempre cual es el destino de Jesús, cómo en su Muerte esta su Victoria, pues Él mismo ha dicho que volverá de la muerte para realizar su misión salvadora.
Pero que largas estas horas de espera. Si al menos pudiera estar a su lado y acogerlo en mi regazo como cuando era un niño en aquel Belén tan lejano. Pero, qué podría hacer yo, una pobre mujer galilea, frente a este mundo lleno de odios. Tan solo puedo hacer una cosa, rezar a Dios. Él sabrá que hacer y que es lo mejor.


Con gotas de sangre divina
los olivos se han regado,
y hasta el Ángel, con tristeza,
sus lágrimas han derramado.
Reza en silencio, Jesús,
de hinojos aquí postrado,
sus amigos, infelices,
también le han abandonado.
Jesús, no te sientas solo,
en los olivos rezando,
que en San Agustín está
Motril entero aguardando.
Y cuando por las puertas sales
los ojos fijos al cielo
y las manos implorando,
todo Motril te acompaña,
Motril todo esta rezando.
Capirotes rojo sangre
van desgranando el Rosario
pidiendo que si es posible
Tu no llegues al Calvario.
Tu no estas solo, Señor,
que aun conservo en la memoria
cuando vi pasar radiante,
la Virgen de la Victoria.

Anoche le prendieron. Le condujeron a los Sumos Sacerdotes y le han traído al Palacio del Gobernador romano. Aquí estoy sola entre tanta gente. Me ha parecido ver muchas caras que estaban el Domingo en aquella procesión de palmas. Con tantos amigos no debo estar preocupada. Si hay algún problema sus amigos acudirán en su ayuda. Qué puede pasarle a Él que no ha hecho mas que el bien entre los suyos, que ha curado a tantos y tantas y tantas cosas les ha enseñado. Ahí asoma. Pobra Hijo mío. Tiene una expresión tan triste. Veo en sus ojos una expresión de entrega, de paz, de ternura y de abandono. Y tiene atadas las manos, esas manos que tanto bien han hecho. Un momento, ya aparece Pilatos. Esta leyendo los cargos contra Jesús. Dice que es el Rey de los judíos. Pero no sabe que su Reino de no es de aquí. Lo soltará, porque en la Pascua siempre se libera un preso y quien sino mi Hijo, que ningún daño ha hecho. Qué están diciendo. Que suelte a Barrabás. Pero si son los mismos que el Domingo le aclamaban. Qué débil es el corazón del hombre. El Gobernador tendrá que dar una sentencia absolutoria para mi Hijo. No ha cometido ningún delito. Pilatos está pronunciando la Sentencia de Jesús. No puede ser, Dios mío, que lo condenen a muerte en la Cruz. Al más justo entre los hombres se le hace la mayor injusticia. A quien es todo Amor se le castiga con la ira y el odio. A quien ha entregado su vida se le exige su muerte. En le fondo de mi corazón aun albergaba la esperanza de que esto no ocurriera, de que la misión encomendada por el Padre no tuviera este dolorosa camino. Acaso no he de aceptar yo también este dolor. ¿No tengo que cargar dócilmente con esta cruz? ¿Pero, y a estos que le han condenado, como debo tratarles? ¿Acaso el odio no engendra mas odio? ¿La ira más ira? Pero la respuesta debo encontrarla en mi Hijo; ellos le llamaban el Maestro. Y Él nos ha dicho que debemos perdonar setenta veces siete y también que debemos amar a quienes nos hagan mal. ¡Cuesta tanto perdonar de corazón! Pero he de seguir sus palabras.

Quisiera tener una espada
como S. Pedro en el Huerto
y romper de una tajada
las cuerdas que hoy te han puesto.
Pero mi empeño es en vano
ya a Ti te han sentenciado
y en el Carmen, a tus manos,
con vil infamia han atado.
Tienes la mirada puesta
en algún punto perdido,
pero sin embargo siento
que me miras como amigo.
Lentamente vas bajando
la escalera del Carmelo,
Cuanta belleza en la cara
cuando se mece tu pelo.
El Señor de las Angustias
camina por Motril seguro
pues todo el pueblo conoce
que no hay corazón más puro.
La mirada de Jesús
es todo Amor y ternura
y en sus ojos, casi viva,
una expresión de amargura.
En el silencio del alba,
un salmo de voces puras
entonan esas palomas,
nazarenas de clausura.
Vuelve la gente a la plaza
a encerrar la procesión
y gritan con toda su alma
¡Viva Jesús del Perdón!

Tengo que ir a su encuentro, me dicen que le han puesto una corona de espinas, como si de un rey se tratase, y después de azotarle lo conducen al camino del Gólgota. Ha cargado con el madero y sus piernas tiemblan bajo el peso de los azotes y de la Cruz.
Para mi no es primavera, no, que se me antoja como el mas crudo invierno, y mi corazón se abre con puñales de duro hielo. Ese que sale al Calvario es mi Hijo. Y su Madre, pobre de mi, no puede hacer nada por aliviar de su hombro el peso de la Cruz. El cielo se obscurece ante mis ojos en esta madrugada tristísima y doliente. Tengo que acercarme a Él para consolarle en su camino, y recordarle cómo tuvo el poder de sanar a los enfermos, de dar vida a los muertos, de consolar a los corazones afligidos; quiero acercarme a Él y decirle que puede superar este trance como pudo realizar tales maravillas. Pero siento que no es rebelándose ante esta infamia como mi Hijo muestra su Poder, su Reino no es de este mundo, decía siempre; su Gran Poder no es otro que le Gran Poder del Amor. Cuando sanaba a los enfermos, los sanaba por Amor, cuando resucitó a Lázaro, lloró por Amor a su amigo, cuando extendía sus manos y acogía en su corazón a todo el pueblo, lo hacia por Amor, y cuando allá en el Monte de los Olivos, aceptó beber este amargo Cáliz, lo aceptó por Amor al Padre. Se ha acercado ese forastero de Cirene y camina junto a Él llevando su Cruz. Bendito sea quien alivia a mi Hijo de su carga. Benditos todos los que comparten con Él este camino.



A las doce de la noche,
la luna llena en lo alto,
empieza el caminar
de Jesús el Jueves Santo.
Con sus manos marfileñas
apenas roza la Cruz,
y ese rostro, tan divino,
Irradia a todos su luz.
No es dolor lo que yo veo
en este Jesús de hermosura
que al mirar su cara siento
tristeza, amor y ternura.
Mis hermanos de las monjas
Gran Poder te han llamado
porque conocen tus obras
y aman a quien te ha enviado.
Has estado muchos años
recluido en la clausura,
cuidado por blancas manos
de unas palomas puras.
Pero hoy te vemos aquí
en medio de la ciudad,
para devoción del pueblo
y gozo de tu Hermandad.
Si timbales y tambores
escuchas de madrugada
hermano, no tengas miedo,
es el Gran Poder que pasa.
Y si a tu alma llegara
algún miedo, algún temor,
no sufras, míralo a Él,
al Gran Poder del Amor.

Han pasado muchas horas desde que llevas la Cruz, Hijo, parece que tus fuerzas te abandonan por momentos, que vas a rodar por esas piedras donde tus sandalias caminaron tantas veces. Cómo puedes soportar tanto dolor, tanta angustia. Esta daga mortal que a mi pecho hiere parece hundirse más cuanto más te miro, y sin embargo tú resistes y soportas, con abnegación, con sufrimiento, con inmenso dolor este Calvario. Una lección más de las que has dado. Tus amigos ya no están, unos no han soportado el dolor de verte así, otros, espíritus débiles y temerosos, se han ocultado por miedo. Cuanto me gustaría decirles ahora: ved su dolor y su entrega, tomad ejemplo, como tantas otras veces y recordad siempre este momento, para cuando os llegue la hora a vosotros de padecer la injusticia y la desventura. Recordad siempre cómo el que llamabais Maestro os dio la mayor lección, con el ejemplo único de su vida, entregada por Amor a sus amigos.



Refugio de nuestras almas
Nazareno, siempre has sido,
por siglos los motrileños
a tus pies han acudido.
Señor eres de Motril,
Nazareno, por derecho,
pues jamás podrán pagarte
todo el bien que Tu le has hecho.
En esta tarde del Jueves
se abren las puertas del templo
y Nuestro Padre Jesús
de nuevo muestra su ejemplo.
Ejemplo de entrega en vida
a un pueblo que no merece,
muchas veces, con sus actos,
todo el dolor que Él padece.
Es su caminar muy lento
y lleno de majestad,
pues con su mirada quiere
consolar a la ciudad.
Mirando tu tez morena
siempre siento, buen Jesús,
no son nada mis pesares
comparados con tu Cruz.
A la plaza, Nazareno,
ya de vuelta estas llegando,
no hay un hueco en esta hora,
todo el pueblo esta esperando
para ver a su Patrón
y refugiarse en su manto
que nazarenos son todos
la noche del Jueves Santo.

Aún caminas, Hijo mío, por este camino amargo, por esta Jerusalén sureña, que ha trocado el desierto por la vega, y te siento cada vez mas agotado; tus fuerzas flaquean bajo el peso del madero. Ya despidieron al Cirineo que te llevó la Cruz. Estas solo ante tu destino que ya veo fatal. Tus piernas tiemblan y miro tu hermosa figura caer sobre las piedras del camino. Cuanta fatiga acude a tu divino rostro y cuanto dolor se hunde en mi pecho herido. He visto como las mujeres de esta Jerusalén acudían a tu lado para compadecerte y Tu, dando una vez mas le ejemplo del Maestro, les has dicho que no lloren por Ti sino por sus hijos, que quien sabe si padecerán también este Martirio. Ya el camino esta acabando y subes lentamente esa ladera que te conduce a la Muerte. La noche se ha cerrado en manto de negro luto y las palmeras del Cerro, que un día alegrías agitaban a tu paso, hoy están mustias de desconsuelo y de amargura. Entre la multitud he subido a lo mas alto para verte mejor, como aquel Domingo glorioso.



Pasión por Motril camina
Pasión con Amor se inflama
cuando discurre Pasión
en medio de esta canalla.
Es Pasión este Jesús
que todos llaman Maestro,
Pasión que brota en las llagas
de ese corazón abierto.
Pero no solo es dolor Pasión,
que Pasión también es sentimiento,
al ver que su pueblo amado
le quiere dar escarmiento.
Subiendo el Cerro Tu tienes
Motril a tus plantas puras,
y en los corazones late
mezcla de Amor y Amargura.
Desde arriba mira triste
la Imagen de la Belleza,
pues triste esta noche está
la Virgen de la Cabeza.


Todo esta llegando a su fin. Me acompaña tan solo tu amigo Juan. El no te ha abandonado al igual que yo. Al fin he podido acercarme a Ti Tu mirada ha traspasado una vez mas mi corazón doliente, y en ella he vuelto a encontrar solo Amor. Después te han clavado en este madero y el sonido del martillo se me ha hincado en las sienes.
Tu cuerpo, casi sin vida, colgado esta de esa Cruz, y de tu boca tan solo brotan palabras de Consuelo y de Perdón. Le has pedido al Padre que perdone a quienes te han hecho tanto mal. A mi me has encomendado a tu amigo mas querido. Tú que has llevado la Salud a tanta gente, que has aliviado el dolor de nuestros cuerpos y nuestros corazones, te encuentras ahora en las puertas de la Muerte. Los tullidos a los que diste manos y piernas te han azotado, aquellos a los que diste luz a sus ojos, mirándote se han burlado de Ti, los que sacaste de su locura, se tornaron locos de nuevo pidiendo tu Muerte. Aquellos a quienes abriste tu corazón te han abandonado de forma cobarde. Y sin embargo, Tu solo pides perdón para todos ellos.


A tus plantas, día a día,
te piden con devoción,
que des salud al enfermo,
con tu divino Perdón.
No hay Cristo mas visitado
en este Motril cristiano,
que el Cristo de la Salud
a todos tiende su mano.
Un Vía Crucis de dolor
recorre el Miércoles Santo,
todo el pueblo con fervor
la muerte vela con llanto.
Alzan al cielo esa Cruz,
con amor, los costaleros,
que quieren poner a Cristo
en medio de los luceros.
Salud llaman a este Cristo
en la Cruz y moribundo,
pues viniste a repartir
salud para todo el mundo.
Llueven pétalos de flores
cuando pasas por Motril
flores que son amores,
Señor de S. Agustín.
En la plaza, casi al alba,
se agolpa gran multitud,
y Motril sigue rezando
al Cristo de la Salud.

Todo esta concluido. El presagio tan temido es esta noche ha llegado, inundando mi corazón de pena negra y desconsuelo. Las heridas de su frente en mi pecho están sangrando como torrentes de angustia. De la herida del costado ha salpicado el agua que anega mi rostro en llanto. Y no puedo ni alcanzar con mis manos sus pies clavados al madero. Es la muerte que ha legado en esta noche tan fría. Tanto dolor se ha juntado en mi corazón de Madre, que casi no puedo ya contar mis siete puñales.
No me habla mi Hijo en esta hora. Su boca se ha cerrado con el hielo de la Muerte. Él siempre decía que era el Camino, la Verdad y la Vida y esta muerto; pero tengo que superar este desconsuelo que me invade y recordar de nuevo sus palabras: para que el grano dé fruto es preciso que muera.



En esta noche tan negra
negras luces van llegando
como procesión en pena,
a Cristo acompañando.
Silencio gritan las piedras
silencio en los corazones,
solo un ruido de cadenas
que suenan como oraciones.
Van unidos los hermanos
con una cuerda en el cinto,
que unidos quieren estar
acompañando a su Cristo.
En silencio van girando
sus caras tus nazarenos
que no se cansan de ver
el rostro de ese Cordero.
Y cuando miran la Cruz
en sus adentros pensando
que también a ellos vendrá
la Muerte, en silencio, andando.
Y mientras llega ese día,
el Jueves Santo, impaciente,
acompañando voy a Jesús,
mi Cristo de la Buena Muerte.

Ya todos se han marchado. Tan solo quedamos mi hijo Juan, José de Arimatea y las mujeres. Lentamente, con la espesura de la negra noche, han descendido su cuerpo de la Cruz y lo han entregado en mis brazos. Ya no hay sonrisa en su cara, sino una palidez de mármol en sus mejillas. Con gravedad solemne se dirige el cortejo fúnebre hacia el Sepulcro. Y pienso en aquel otro sepulcro de donde Jesús hizo salir a Lázaro.
¿Por qué Él no podría hacer lo mismo ahora? ¿Por qué ha sucumbido Él ante la Muerte, si Él mismo la venció? Ya descansa Jesús en la sepultura. Con mis manos le ofrendé ungüentos y perfumes a su cuerpo ya sin vida. He lavado con inmenso dolor la sangre de i sangre de su cuerpo atormentado. Y nadie puede dar consuelo a está Madre con el corazón roto de puñales. La vida se me ha ido con su Muerte y en mis ojos arrasados no hay más luz que su recuerdo.



Ya no hay sol
que alumbre en este día
pues la noche cayó
cuando Jesús moría.
Nada pude decir,
mi voz enmudecía
al ver su cuerpo muerto
sobre la losa fría.
En urna de plata
es con amor llevado
el cuerpo de Jesús
amortajado.
Silencio en Motril,
dolor callado,
este Viernes infeliz
Jesús es sepultado.

He regresado a casa con Juan. Todo esta vacio y sin vida. No se escucha su voz, dulce y amable, en estas habitaciones desoladas. Nadie anda en las calles a estas horas y crece en mí una congoja de Soledad sombría. Mi alma se ha quedado ausente sin su Pastor Divino, perdida estoy por este bosque espeso de su Muerte. Es mi soledad tan honda que en mi mente se marchitan hasta los recuerdos de su infancia. Y se secan mis entrañas con su ausencia, que una Madre sin su Hijo ya no es Madre, sino huérfana de amor, sin su presencia.


Cuando sales a Motril
medio siglo te acompaña,
del barrio de Capuchinos
eres su Soledad del alma.
Por tus ojos corren lágrimas
de pena y de desconsuelo,
y este barrio quiere darte,
con gran ánimo y desvelo,
piropos para su Virgen,
que es de Motril diamante
cuando por la Rambla sube
y deja aroma fragante
en este barrio que tiene
piropos aun más finos
que los jilgueros del campo
con sus delicados trinos,
Pues no hay cariño más grande
en este Motril divino
como el que sienten por ti
tus hijos de Capuchinos.

Ha pasado un día más sin su presencia. Y me parece oír en esta mañana los mismos cánticos de aquel lejano Domingo de Ramos. Pero no son solo cánticos, sino que escucho también campanas. Me asomo a la calle y veo una multitud de niños. Aquellos niños que no había visto desde el Domingo. Parece que hubieran desaparecido todos estos días y hoy están aquí de nuevo; están alegres y cantando algo que no acierto a distinguir. Debe ser un buen presagio.




El sol inunda la plaza
en este día glorioso,
pues la noche se hizo luz
en su corazón gozoso.
Manos inocentes tañen
mil campanas de alegría,
que en Motril los niños traen
la Buena Nueva del día.
Sobre sus cuerpos pequeños
aun no soportan la Cruz,
que solo reina en la inocencia
la Dulzura de Jesús.



El corazón me dio un salto en mi pecho cuando han venido a decirme que han visto a mi Hijo en Emaús. Dios mío. Ahora comprendo cual era su triunfo. Dónde esta su Victoria. Jesús ha regresado de la Muerte porque Él es la Vida, como siempre dijo. Las abiertas heridas de mi corazón se han cerrado para siempre, y ahora solo ansío poder verle y abrazarle de nuevo. Pero, silencio, alguien llama a la puerta.




Bendita eres María
Madre de tu Salvador,
que bendito es el vientre
que tuvo como fruto a Dios.
En este día glorioso
que viene a verte el Amor,
quiere Jesús recordarte
cuando sufriste dolor.
Que Jesús te vio en el Cerro,
el Domingo, y en la altura,
tu boca como un Rosario
de Gracias y de ternura.
El Lunes, allá en el Huerto,
orando estabas por Mi
y de tu amoroso pecho
brotaba aroma a jazmín
que de este pobre Motril
llegaba hasta la Gloria,
donde por su Amor rezaba
María de la Victoria.
Y cuando en el Carmen fui
atado por mano impía
Misericordia en tus manos
hallé, bendita María.
después pusieron la Cruz
sobre mis hombros cansados
y esforzándome por ver
con mis ojos lacerados,
a ti te vi, Madre mía,
sufriendo con gran Amor,
que es el Dolor de su Hijo
de la Madre el Mayor Dolor.
Camino de ese calvario
las fuerzas no me tenían,
y de nuevo alcé la vista
por ver si yo te veía.
Y al sentir como venía
la muerte en mi asechanza
me dieron fuerzas tus ojos,
los ojos de mi Esperanza.
En la Cruz ya me clavaron,
angustiado miré al suelo
y Madre, allí te encontré,
que eres tú mi Gran Consuelo.
Cuando mi cuerpo dejaste
en aquel Sepulcro Santo,
ya mi alma había marchado
a ocupar lugar más alto
y desde el infinito cielo
pensaba que mil amores
te daría, Madre mía,
para borrar tus Dolores.
Nunca sola tú estuviste
Madre de la Soledad,
que si a tu Hijo perdiste
encontraste una ciudad.
la ciudad que cada año
recuerda con gran pasión
los Misterios de tu Hijo,
y cuenta con ilusión
los días que aun le faltan
para que en Motril renazca,
un año mas, su Semana Santa.

viernes, 12 de diciembre de 2008

PREGON DEL NAZARENO 1999





PREGON NAZARENO 1999

In memoriam
Dedicado a mi generoso amigo
Antonio Olvera, a quien la Madre
quiso abrazar, para que en el
cielo le impusiera la Corona que
en su Motril le había preparado.

Hermano Mayor y Junta de Gobierno, queridos cofrades nazarenos.
Antes que nada agradecer a mi amigo Paco Gómez la confianza que depositó en mi persona cuando, recién elegido Hermano Mayor de esta motrileñisima cofradía, me solicitó pregonar a sus Sagrados Titulares en el primer año de su mandato, que por su experiencia, saber cofrade, ilusión y nazarenismo largamente probado, estoy seguro que será una etapa fructífera y fecunda en la vida de la cofradía del Nazareno. Gracias por tu confianza, querido amigo.
Como no aludir también a mi presentador, manchego de cuna y de crianza, pero motrileño de adopción y sentimientos, quien con su verbo fácil y hondo contenido, estoy seguro que habrá incurrido en exceso de elogios y en omisión de carencias por mor del gran afecto que me consta tiene hacia mi persona y que en este caso es reciproco. Por ello, querido Carlos, muchas gracias.
He de confesaros que al sentarme a escribir este Pregón se suscitó en mí el siguiente dilema: he de hacer un Pregón “nazareno” o un Pregón “esperanza”. Vosotros entendéis muy bien qué quiero decir. En esta cofradía se aúnan dos devociones, dos amores que se unifican en una sola Hermandad; es por ello que como idea inicial me planteé intentar la confección de un pregón que guardase el equilibrio entre ambas devociones. Espero haberme acercado a ese propósito, siguiendo los pasos de Jesús Nazareno durante el camino del Calvario y la constante presencia de su Madre, doliente y sin embargo plena de esperanza en la Resurrección de su Hijo.
No se oyó en el palacio de Pilatos el vuelo de los vencejos en aquella tarde primaveral, cuando el cobarde Gobernador dictó su sentencia. Ni toda el agua del Jordán sería suficiente para lavar sus manos manchadas con la sangre inocente del Maestro, quien azotado y escarnecido se le ha impuesto su morada túnica nazarena para iniciar el camino que le conducirá a su triunfo final sobre la muerte.
Cuando sobre le hombro dejan caer la cruz, la madera se le incrusta en las abiertas heridas que el látigo infame le ha causado. El Hombre-Dios, el Varón de Dolores, asentado sobre sus purísimas plantas y tomando aliento se dispone a emprender un tortuoso Vía Crucis. Sus pies, que tantas veces le llevaron ágiles y prestos por estas polvorientas calles y caminos, atendiendo y sanando a cuanto se lo pedían, sus pies son hoy pies cansados, que se arrastran bajo el peso del madero, y lo que mas le duele no es la cruz sino el abandono de todos sus amigos y el desprecio de cuantos ha favorecido.
Alrededor del Palacio se ha congregado gran cantidad de personas, ninguno quiere perderse contemplar a Jesús cargado con la cruz. Ese Nazareno al que todos, todos sin excepción, han condenado. Aparece Jesús entre las puertas y un silencio culpable y homicida sacude los muros de las casas. Cumplida ya la cruel sentencia nadie se atreve a levantar su voz para reiterar la condena al Nazareno, los ojos antes ávidos de sangre se inclinan al suelo avergonzados de la infamia por ellos provocada.
También estoy yo frente a la puerta de su casa y sorteando las cabezas de la multitud, acierto a encontrar el rostro del Nazareno, ese Nazareno de piel morena, de ojos tristes, de preciosas manos, que acarician la cruz, no hay crispación en su gesto, no existe la ira en su mirada, sino dolor callado, entrega voluntaria a su destino.
Una interminable sucesión de capirotes morados pasa frente a mis ojos; hace apenas unos minutos pude ver a dos viejos cofrades charlando en la calle de la Gloria; recuerdo que uno le decía al otro que este año ya no se vestía, pues los achaques de la edad no perdonan, pero sin embargo, acompañaría a su Nazareno desde las aceras. En el revuelo delos prolegómenos pude ver también a los miembros de la Junta de Gobierno yendo de acá para allá, cuidando de todos los detalles de última hora, y a ese penitente anónimo, cuyo nombre nadie conoce, pero que, año tras año, acude con su hábito morado al lado de su Señor. También he visto muchos niños a quienes sus madres retocan por última vez el pequeño hábito al tiempo que le recuerdan por enésima ocasión su deber de comportarse bien durante la Estación de Penitencia. Los niños de la cofradía, como la semilla de la parábola, crecerán en tierra fértil, abonada con el buen ejemplo de los cofrades adultos, hasta llegar a su mayoría de edad capacitados para recoger las riendas de su cofradía y así perpetuar el ciclo de esta tradición piadosa.
La Cruz de Guía comenzó su recorrido hace unos minutos y va indicando el camino a los nazarenos; todo un símbolo, como otros muchos de los que está plagada nuestra Semana Santa. Ese nazareno anónimo que literalmente sigue el consejo de Jesús y toma su Cruz, marca el camino de todos sus hermanos, encabezando el Vía Crucis que quiere ser y es la procesión.
Ya se escucha la campana del trono ordenando a los portadores acudir prestos al varal. Dos toques más y el Señor de Motril comienza a andar acercándose a las puertas de su casa; su túnica morada se mece levemente a los sones de la Marcha Real y la gran multitud que estábamos expectantes desviamos nuestras miradas hacia ese Jesús que se nos antoja más bello que nunca, más nuestro que nunca, tan cercano como siempre. Hay mil nudos que se agarran en mil gargantas de cera y por mil mejillas bajan, mil lágrimas de emociones, que bañaran las aceras de Motril en esta tarde, desde el Camino las Cañas, llorando por mil rincones, hasta la Plaza de España. Todos le piden a Él, a Jesús el Nazareno, que les alivie su cruz, que paradoja y misterio que recurramos a quien la cruz el hombro doblega. Pero Él a nadie niega su ayuda, y en su mirada tan dulce, y hasta en el sedoso pelo, los motrileños encuentran la luz entre sus tinieblas y la paz en sus desvelos.
El sol ha querido ocultarse por no sentirse humillado, y desaparece allá por el mar de Salobreña. Sabe que no puede competir con quien se acerca. Conoce muy bien su rostro, cuando los vip en aquellos ya lejanos años detrás del Ayuntamiento. Entonces Ella no tenía casa donde ser obsequiada con flores y como en Belén, bajo una lona, hubo de pasar muchas noches, muchos miércoles Santos, con la única pero amorosa compañía de sus hijos más queridos.
Tampoco ha olvidado el sol, que se lo contó la luna, aquella tristísima noche que envuelta en una manta, sus hijos que tanto la aman, la llevaron en volandas a otra casa que con amor la acogió, porque si Nazareno es su Hijo, sus hijas nazarenas son.
De nuevo el sino de una campana me saca de mis pensamientos.
Es el trono de la madre, que desde aquel rincón de su casa los jóvenes portadores, con mimo y con gran esfuerzo, hacia las abiertas puertas van poco a poco volviendo. Como cuando salió el Nazareno, un nudo en mi garganta se agolpa y está latiendo, de ver a nuestra Esperanza sobre esos hombros meciéndola blanca luz de su rostro, el lirio de sus majillas, el doloroso clavel de su boca entristecida, que a su Hijo vio marchar este Jueves que mas brilla con la cruz sobre sus hombros, y no hay pena como su pena, ni mayor dolor humano, que ver como su Hijo, al que tuvo entre sus manos, carga con una cruz, ya camino del Calvario. Mi corazón se sorprende al comprobar cómo en este corazón aun caben más emociones. Desde arriba de su casa, como si del cielo fuese, escucho la voz devota de un querido hermano y amadísimo hijo suyo. El Ave María se quiebra en su garganta cuando la Esperanza sale a Motril, y a esa voz le pone música le tintineo de los varales del palio, la gente prorrumpe en vivas y otros le gritan guapa, que a esta Virgen motrileña, la Virgen de la Esperanza, todos la quieren llevar junto a su Hijo del alma.
Con prisa voy por las calles, confundido entre el gentío, que quiero ver al Nazareno de nuevo, y lo encuentro en las Palmeras. Pasados ya esos momentos intensos de la salida veo a Jesús caminar por Motril con ese paso tranquilo y sencillo de siempre. Cuantas veces he comentado esta singularidad. Es el paso del Nazareno; elegante, majestuosos y sublima. Pero mientras venía hacia aquí, entre el tumulto de personas, he venido pensando en los otros nazarenos, esos que iban junto a mi al encuentro de Jesús. Y pensaba que es a ellos a quienes debo mirar con el sentimiento que miro al que va arriba del trono. Todos ellos llevan una cruz y son los nazarenos de hoy, los que viven entre nosotros. Ese padre de familia con la cruz del paro. Esa madre con la cruz de la droga comiéndose a su hijo. El anciano con la cruz de la soledad. La mujer de la calle con la cruz del abandono y la miseria. Nazarenos vivos, retrato vivo de esta Pasión en nuestras calles. Quizá empezamos a comprender que el único sentido de estas maravillosas rememoraciones nuestras está en saber que lo que ocurrió hace dos mil años, ha de servirnos para entender y actuar en los vía crucis de cada día.
Pero para los motrileños, el Nazareno es algo más. No es solamente el venerado Titular de su Cofradía, es también el Señor de Motril, el mejor Patrón que pudiéramos tener los que manifestamos con satisfacción y orgullo, estar bautizados “con el agua de la acequia”. Como Señor que es, cuando el pueblo se ha visto impotente por los desastres de las sequías, Motril se amparaba en el Nazareno, implorando en rogativa su Misericordia. Y cuando las entrañas de la tierra amenazaban destruir nuestro bendito pueblo, Motril entero buscó el consuelo de su Nazareno, instituyendo el Voto de la Ciudad, mantenido por el pueblo a pesar, y a veces en contra, del poder civil y hasta del eclesiástico. La historia y el corazón de los motrileños han hecho del Nazareno el Señor de Motril. Y Señor quiere decir también Padre. Cómo me gusta oír, de labios de viejos nazarenos, la expresión Nuestro Padre Jesús, cuando a Él se refieren. El amor y el respeto que encuentro ene esa expresión me satisface enormemente, en contraste con la moda imperante en nuestras cofradías de llamar a los Titulares con apelativos impropios de la devoción que deben inspirarnos.
Pero la mente se me ha ido por otros caminos, y ahora me doy cuenta que la última banda ha pasado frente a mi. No quiero perderme el paso por la tribuna, y hacia ella me dirijo. La calle Nueva es un mosaico de personas. Mientras me hago sitio para ver mejor encuentro a muchos motrileños, ausentes de la ciudad todo el año, y que han venido a ver a su Nazareno a su Esperanza.
Como puedo me encaramo sobre le tranco de una vieja casa, y observo a la Cruz de Guía con paso solemne subir la calle Nueva.
Por la calle Nueva sube
un nazareno de bronce,
por la calle Nueva trae
todo el dolor que no esconde.
No son piedras, sino flores,
que pisan sus pies divinos,
alfombra de clavel y lirio,
aroma de perfumes finos,
que extienden los motrileños
Y Nuestro Padre Jesús,
éste y todos los años,
camina hacia el Calvario
en esta noche de Abril,
consolado por sus hijos,
los hijos de su Motril.
Este Jesús Nazareno
es Hijo de la Esperanza,
que desde niño conoce
la Gloria que a Él le alcanza.
Pero poned atención
que ya se escucha en la Plaza
el tintineo del palio
del trono de la Esperanza.
Llega entre gritos y vivas
la Madre del Nazareno,
pues sus hijos de Motril
le quieren dar su consuelo.
Y si miráis su cara,
iluminada por velas
a las que mece la brisa,
veréis que entre su tristeza
aparece una sonrisa.
Y mi asombro no se para,
aún siento más emoción
cuando los tronos van juntos
por la Rambla del Manjón.
El verla tan sola y triste
consentirlo no podían
por eso los nazarenos
a su Hijo con María
juntos los llevan a casa
Y entre piropos y vivas
oraciones y alabanzas
liberado del sudario,
el Nazareno vendrá
en Gloria resucitado.
El Nazareno ya asoma
por la esquina de la Plaza,
viene con paso muy quedo,
esperando a su Esperanza.
Miradlo por donde viene
reza una saeta herida,
al ver como a su Nazareno
se le va yendo la vida.
Si no fuera porque sé
que el Jesús que ante mí pasa
es el mismo Nazareno
a quien recé ante su casa
hace unas horas tan solo,
juraría que este Cristo,
más solo lo encuentro ahora,
que a la dulzura del rostro
le acompaña en esta hora
el sufrimiento del mundo
que en la cruz se ha concentrado,
y en su cara tan divina
su dolor todo ha brotado.
La espera triste no es,
que es la espera bien alegre,
pues la promesa es de Dios,
y Jesús, junto a su Madre,
en esa espera ha vivido
desde su mas tierna infancia,
sabiendo que en Él se cumple
del mundo, toda Esperanza.
Pero si vimos pasar
al Hijo de la Esperanza,
junto a nosotros tenemos
la Madre de la Esperanza,
verde esmeralda es el manto,
verde su palio bordado,
verdes las capas que llevan
los nazarenos del paso.
Son verdes las emociones
que siento en el corazón,
cuando le miro la cara
a esta Virgen de Pasión.
La Madre de la Esperanza,
Gloria de Dios encarnada
en la Madre de Jesús,
Madre de toda Esperanza.
Y entre vivas y piropos,
María por Motril camina
con el calor de su pueblo,
y el aire de brisa marina
le acaricia las mejillas,
y de sus ojos de azúcar
se desprenden de puntillas,
dos lagrimas de amargura
al ver al Hijo subir
camino de la sepultura.
Pero si miráis bien
a esta Virgen Nazarena
veréis detrás de sus ojos,
de esa carita de pena,
cómo brillando en el fondo
del cristal de su mirada
encontramos una luz,
bendita luz de Esperanza.
Esperanza que nos habla,
que a todos nos da el consuelo
de que la Pasión de Dios,
el Hijo de sus desvelos,
no termina en el Calvario,
pues mas allá del Sepulcro,
juntos para siempre están
Nazareno y Esperanza.
He dicho.

Motril 13 de Marzo de 1999

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Vaya costaleros

Los pobres lo tuvieron que pasar.. ufff

martes, 21 de octubre de 2008

Pregón de las Glorias de Maria 2002


PREGON DE LAS GLORIAS DE SANTA MARIA MADRE DE DIOS



Hermano Mayor, Junta de Gobierno, hermanos de mi barrio de Capuchinos, amigos todos.

Antes que nada deseo dar las gracias a mi amigo David por esas palabras de presentación, palabras que nacen, mas que de su bien labrado saber de las cosas y de las gentes cofrades de Motril, de una amistad que arrancó cuando él, apenas un niño, tuvo el gozo y el acierto de ofrecernos aquel primer Pregón de la Juventud cofrade, y en cuya ejecución ya podíamos adivinar que ese pequeño e incansable “preguntador” llegaría a ser, como es hoy, un profundo conocedor de la Semana Santa y un comunicador elocuente y apasionado de las vivencias cofrades; gracias amigo, hermano, desde nuestra común cuna, donde a ambos nos apresó con lazos de seda el Perdón y conocimos y amamos su Misericordia.

Un día cualquiera del pasado invierno se me propuso hacerme cargo de la tarea que hoy me ocupa, y no dudé un instante en aceptar esa propuesta. No podía ser de otra forma. Quien hoy os habla vio la luz por vez primera un poco más arriba de éste lugar, en la motrileñísima y entrañable Rambla de Capuchinos; jugó a las bolas y al palimocho en aquellas calles de tierra; se hizo monaguillo de éste Templo, cuando aún le temblaban las manos, de pequeñas, al coger las vinajeras, y aprendió a interpretar los latines en el libro de la sacristía, para tener dispuestos los ornamentos que correspondieran a cada día. Soy por tanto, un hijo de Capuchinos, lo que es decir un hijo de Nuestra Divina Pastora, y como tal me sentí y me siento emocionado al poder proclamar hoy, desde éste querido púlpito, las Glorias de Nuestra Divina Madre. Mi gratitud a la Hermandad que me permite contaros mis sentimientos hacia nuestra Madre.

El hombre creó un piropo,
el más hermoso de todos,
quiso dedicarlo a Ella,
a nuestra Madre, María,
y cual cuentas de un Rosario
le cantó su Letanía.
En mi pobre pensamiento
quise recurrir así
a glosar en estos versos
las Glorias de nuestra Madre
tomando como sustento
el collar de los requiebros,
su retrato hecho palabras,
de amorosos sentimientos,
para mi es vano intento,
perdonadme la osadía,
pretender hacer mas bella,
de la Madre, su Letanía.

María, Santa eres en verdad,
pues quiso nuestro Creador
poner en tu alma limpia
semilla de santidad.
Te pensó nuestro Hacedor,
fértil tierra, noble cuna,
a medida de su Amor,
creando la más hermosa,
la Madre de Nuestro Señor.

Eres Virgen, Madre mía,
entre las vírgenes todas,
conservaste tu pureza
por obra del puro Amor,
espejo donde mirarnos
no lo encontrareis mejor.

De pequeños lo aprendimos,
que no hay más hermosa flor,
aquella de ojos divinos,
la Madre del Salvador.

Puso el Señor en tus manos
toda su Gracia divina,
que derramas en tus hijos,
como azúcar pura y fina.
Dulzura de un corazón
que de almas es Pastora,
cuida siempre de nosotros,
Divina Corredentora.

Siendo Pastora de almas,
eres Madre de la Iglesia,
tus hijos son el rebaño,
tu corazón su cubierta.

Tu alma brilla Purísima,
estrella de la mañana,
alumbras nuestro camino
cuando en la noche te llaman
nuestras almas vagabundas,
perdidas entre las ramas,
tus ojos de luz divina
nos liberan de las zarzas,
y en tus castísimas manos
nos acoges con dulzura,
Madre Divina del mundo,
nos regalas la hermosura
de tu ternura infinita,
y acunas entre tus brazos
la bondad más exquisita.

Inmaculada tu eres
porque así lo quiso Dios,
sin mancha alguna en tu alma,
limpia por el puro amor
concebida sin pecado,
cuna de nuestro Señor.

Amable eres, Señora,
pues amable significa
que eres digna del Amor,
y, si Dios quiso que fueras
Madre de Nuestro Señor,
y Él puso en tu persona
todo su Divino Amor,
nosotros, hijos de Dios,
ponemos entre tus manos,
como ofrenda, el corazón.

Eres la más humilde
sierva de nuestro Dios,
Él te hizo poderosa,
Mediadora de su Amor,
intercesora divina,
peldaño de unión con Dios,
escalera hacia su Altura,
tu clemente corazón
abierto siempre a tus hijos,
nunca niegas tu calor.

Fuiste fiel en esta vida
para con tu Creador,
desde el día en que naciste
hasta que Dios te llamó.

Nos miramos en los santos
que pasaron por la tierra,
todos juntos, con ser muchos,
y grande su santidad,
se pueden comparar contigo
Madre de suma bondad.

Ni Salomón en su reino,
cuya mente tocó Dios,
fue tan sabio en éste mundo
como tu, Madre Divina,
pues siendo cuna de Amor,
Él te regaló sus dones,
morada del Salvador.


Y al encarnarse en tu cuerpo
el fruto del Divino Amor,
fuiste Templo consagrado
del Espíritu de Dios.

Eres del género humano
el honor mas alto y bello
pues siendo hija de los hombres
alcanzaste nuestro anhelo,
ser la Madre de Jesús,
el Salvador, el Maestro.

Con tus palabras quisiste
entregarte a tu Señor,
cuando dijiste al Ángel
hágase cual quiere Dios,
por eso para tus hijos
eres modelo de entrega,
humilde entre los humildes,
grande por tu fortaleza.

Si los antiguos creyentes
guardaban como una perla
las tablas de la alianza
que Yahvé les concediera,
tu guardaste en tu seno
la carne del tiempo nuevo
la causa de nuestro gozo
la Alianza del Eterno.

Recuerdo de mi niñez:
las cuentas del Rosario
son escaleras que suben
al cielo las almas buenas,
y si el Rosario es escala,
Tu, Divina Señora,
eres la puerta del Cielo,
sublime Corredentora.

Cuantas veces acudimos
a tus brazos maternales,
consuelo de nuestras penas,
refugio de nuestros males,
nunca nos niegas tu mano,
tu corazón nos acoge,
tu mirada nos cobija,
Bendita Madre de Dios
siempre estas en nuestras vidas.

Quiso Dios llevarte al Cielo
asumirte en su Grandeza,
hacerte Reina del mundo
coronarte de belleza,
por eso eres la Reina
de todos los que han seguido
los pasos de nuestro Dios,
el Cristo que vive y reina,
Reina de todos los santos,
todos te aclaman por Reina,
pues fue tu vientre la cuna
de la Santidad Suprema.

Hoy te pido, Madre mía,
en éste tu día de fiesta,
que guíes a tu rebaño
por una buena vereda,
Pastora mejor no hay
ni Madre la hay mas tierna,
como la Virgen Maria,
Soberana de este barrio,
donde hasta los pájaros saben
y cantan con dulces trinos
que eres la Madre de todos,
la Reina de Capuchinos.

Muchas Gracias.

Templo de Capuchinos, Motril 12 de Octubre de 2002

José Antonio Morales Rodríguez

viernes, 17 de octubre de 2008

Pregón Borriquita 1993


III PREGON DE EXALTACION A NUESTRO PADRE JESUS EN SU TRIUNFAL ENTRADA EN JERUSALEN Y NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO





Hermano Mayor de la Cofradía de la Triunfal Entrada de Jesús en Jerusalén, Junta de Gobierno, R.R. M.M. Dominicas, amigos todos.
He de agradecer las palabras del presentador, quien, guiado por su amistad exagera los adjetivos hacia el pregonero cuya única acreditación para éste acto ha de ser la de hermano activo de la Cofradía, cosa que me honra, y costalero de su Paso, lo cual me llena de sano orgullo.
Cuando en el mes de Septiembre, aún con las calores del verano, el hermano Mayor me comunicó la decisión de la Junta De Gobierno de nombrarme pregonero de la Cofradía de la Borriquita, me puso muy fácil el aceptarlo, y digo fácil porque estoy convencido de que es muy sencillo hablar a unos amigos como vosotros de algo que se conoce desde dentro y, aún más, se siente como propio. Decía fácil, pero también a la vez difícil; difícil porque supone una responsabilidad para con la Cofradía y más por ser ésta la primera vez que el pregonero se dirige a un público tan numeroso. Pero una vez aceptada la misión, mi labor era redactar el Pregón. Y me acordaba de nuestros hermanos Rafael y Agustín, que ocuparon ésta tribuna. ¿Qué podría aportar de novedoso a lo tan bien expresado por estos queridos hermanos? ¿Qué enfoque darle a éste Pregón? Entonces me surgió la idea de realizar el Pregón desde un particular punto de vista…. Puesto que soy costalero del Paso ¿Por qué no hacer un Pregón desde la perspectiva - desconocida para muchos – de quien vive el desfile procesional bajo el manto de Nuestro Señor? Pero no es mi intención hacer un Pregón del costalero, sino el Pregón de un costalero, no para los de abajo, sino desde debajo de los varales hacia fuera. Y ha sido guiado por ese empeño como me he atrevido a cantar a esta mi muy querida Cofradía de la Borriquita, guiado por corazón más que por mis torpes palabras, porque en definitiva un Pregón ha de ser ante todo como una saeta en laque se ponga todo el sentimiento para cantar la Gloria de Ntro. Señor, para expresar públicamente nuestra Fé en Él y para recordar a todos el vivo ejemplo de hermandad cristiana que debe ser nuestro quehacer cofrade, día a día. Por ello, y significando mi enorme gratitud paral a Junta de Gobierno al haberme permitido tan alto honor, deseo pediros perdón anticipadamente por la torpeza de mis palabras, rogándoos que las juzguéis tan solo con vuestro corazón de cofrades motrileños.
Domingo de Ramos. En el aire flota un olor a melaza y a claveles. Jesús se apresta a entrar en el corazón de Motril como todos los años, en el eterno episodio de su paso por la tierra. Es muy de mañana y nadie aún ha percibido el gran acontecimiento que se avecina; nadie no, solo Ella lo sabe, y se ha subido a una atalaya para serla primera en contemplar el Triunfo de su Hijo. Será la primera en verlo, será la primera en batir las palmas y los olivos con sus manos, porque es la primera en seguirlo, porque es la primera en amarle, porque es la primera de todos nosotros, porque es nuestra Virgen de la Cabeza.
Desde muy temprano hay actividad en el patio del Colegio. Una actividad casi silenciosa – las RR. MM. Dominicas necesitan ese silencio para su oración -. Aquí, varios hermanos pinchan los claveles, allí llegan otros con los faldones del Paso, con las palmas, con la Cruz de Guía….
Todos concentrados en su labor, pero todos levantan los ojos al cielo de cuando en cuando, para ver para ver pasar esa nube que nadie desea en este día. Por la puerta entreabierta asoman a cada momento hermanos, curiosos, por ver la Sagrada Imagen; también costaleros, impacientes para revisar por enésima vez su lugar bajo los varales.
Es mediodía y ya se han dado los últimos retoques, Cecilio ha colocado en su justo sitio ese clavel que se resistía; ya es mediodía y todo ha quedado en silencio, parece como si Jesús hubiera mandado a sus discípulos a la ciudad: ¡Avisad de mi llegada!
Jesús, entretanto, permanece solo en el patio de Santo Domingo.
Comienza a caer la tarde y de nuevo se abren las puertas del patio. Llegan los primeros nazarenos, siempre son los niños, hoy es su día grande en la Pasión. Los costaleros, nerviosos, impacientes, se arremolinan en pequeños grupos, esperando la llamada del capataz; es hora debrocas y de recuerdos del pasado año.
Tan solo queda media hora para la salida. La Junta de Gobierno va y viene, organizando los tramos; donde tiene que ir el Estandarte, donde los mayordomos; ¿Y los niños hebreos?
Entretanto el capataz y el contraguía han repartido las fajas a la cuadrilla, y se puede ver a los más veteranos ayudando a los nuevos costaleros a ceñirse el lienzo azul alrededor de la cintura. Ultimo ensayo, los costaleros, colocados en la misma disposición que dentro de diez minutos ocuparán bajo el Paso, repiten por enésima vez los movimientos acompasados de las marchas procesionales, - durante los dos meses anteriores hubo lugar para bromas y diversión - , ahora ya es tiempo de concentración y silencio. Habla el capataz: “! Todos abajo ¡” cada cual conoce su lugar y 39 motrileños están ya preparados para llevar a Jesús por las calles de esta Jerusalén andaluza y eterna. Antes de la primera levantá el Hermano Mayor alza los faldones del Paso y comienza un Padrenuestro que es secundado por la cuadrilla. Suena el martillo, una, dos, tres veces, a la siguiente, arriba, muy despacio. Para el costalero ya ha comenzado su Estación de Penitencia.
Unos metros más adelante se han abierto de par en par las puertas del patio. Sale la Cruz Guía. ¡Que acertado nombre!, porque al igual que en nuestros desfiles procesionales la Cruz ha de orientar nuestro camino a través de la vida, en días como este, de júbilo, y en días de Pasión como los que seguirán al Domingo de Ramos.
La gente, Motril todo, se arremolina en la Avda. de Salobreña para aclamar a Jesús; hasta las palmeras de las Explanadas se mueven con suave brisa haciendo subir más alto las alabanzas: ¡Hosanna en el cielo! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
Ya llégale paso a las puertas del patio, ya va a entrar Jesús en la calles de Motril, el calor comienza a sentirse bajo los varales porque el sol no ha querido estar ausente de éste gran suceso, ¡Jesús está aquí, Dios está con nosotros! ¡Hosanna al Hijo de David!
Nada mas entrar en la ciudad Jesús se ha encontrado con su Madre. Ella estaba allí desde muy temprano y ahora puede verlo, lleno de triunfo y vitoreado por las gentes, Maria desde el Cerro experimenta una alegría confusa, porque sabe la debilidad de los hombres, porque conoce que los vítores de hoy mañana se tornaran en rechazo, cuando sea la pasión quien salga al encuentro de su Hijo.
“Dejad que los niños se acerquen a Mi”. La Borriquita es sin duda la Cofradía de los niños, tal vez porque desde la inocencia no se puede percibir la angustia y la tragedia de los episodios de la Pasión que nos quedan por vivir y en cambio, desde esa inocencia, se llega mucho más fácilmente al Corazón de Jesús. Y así los podéis ver, los mas pequeños ataviados a la usanza hebrea, resistiendo a golpe de ilusión, el largo recorrido de la Estación de Penitencia, negándose a abandonar su sitio, cuando sus madres piensan que pueden estar cansados; los mas mayores, vistiendo ya el hábito nazareno y sobrellevando el peso de una palma que siempre es mayor que ellos. Son los niños de la Borriquita, fermento y escuela de futuros cofrades motrileños. ¡Cuidémoslos como se merecen ellos y nuestra Semana Santa ¡
Los de abajo vamos como en una nube, aunque ya empieza a sentirse el calor y el peso sobre los hombros. Comienza una chicotá y la banda rompe con una de las marchas que durante tanto tiempo hemos ensayado, se trata ahora de no perder el compás, de que el Paso flote sobre la calle y que el monte de claveles sea una alfombra de pétalos durante todo el recorrido; suena de nuevo el martillo: ¡A ésta es, valientes! ¡Tós por igual! Y el Señor continúa su camino.
El Paso se asoma a la Avda. S. Agustino allí los árboles se inclinan ante Jesús queriendo unirse, ellos también, a la alegría del pueblo; suena Hermano Costalero cuando legamos a la Iglesia de la Victoria, todas sus campanas comienzan a tañir y ya no se escucha la música tras el Paso, ya la música viene de arriba, y el costalero siente la emoción que viene de afuera, y traspasa los respiraderos, y se mete entre los varales; hay un diálogo callado y continuo entre el pueblo y el Paso, un diálogo que habla de sentimientos y de Fé, y la gente ve reflejado en el esfuerzo costalero sus diarios esfuerzos, sus penas y sus trabajos; pero también se establece un diálogo en la alegría; y ésta sale de abajo, de la inmensa e inexplicable alegría de llevar el Paso por las calles; decidle a un costalero que os explique como es eso, que se siente estando debajo, todos os dirán lo mismo: Hay que estar ahí, respirándole aire enrarecido, sudando como suda un minero o un peón del campo, doblándosete las rodillas con el peso, animando al compañero que tienes delante: “vamos que esto no pesa” ¡Que ya mismo estamos en la calle Nueva! ; sintiendo la respiración del de atrás en la nuca, mirando por entre la rejilla a la gente, o para cerciorarte de por que calle estamos pasando: Oye, Manolo, ¿por donde vamos?, a veces se pierde la noción del tiempo y del espacio; avisando del terreno: “agua por la derecha”, “bache en el centro”, “ahora os va el peso por la izquierda”, y solo se oye la voz del Contraguía: ¡Chiqui, llámate un poco, la derecha atrás!; y más sudor, y mas peso, y mas ilusión, y mas alegría…
No te importe costalero
Lleva a tu Paso sencillo
Con igual Fé e ilusión
Que Motril está esperando
De Jesús su bendición.
Calle Ruiz. Lo que momentos antes era algarabía, tañir de campanas y muchedumbre, se ha convertido en calle silenciosa, estrecha, como de Vía Dolorosa, hasta llegar el Señor de Junes. ¡Que misteriosa Imagen! ¡Cuantas historias de Fé y oración en ese pequeño cuartito! Es desde éste lugar donde el desfile se hace más íntimo, mas interior, mas profundo, en estas calles viejas de Motril; y eso lo percibe el costalero, que dolorido ya por el peso de su cruz, se funde con los varales, se recoge en si mismo y ya no piensa en nada más que en lo que está arriba.
No te duela, costalero,
el peso que llevas tu,
que más sufrió el que tu llevas
cuando cargó con su Cruz.
Para un costalero de la Borriquita no hay calle más cofradiera que la calle de San Francisco. Decía un querido hermano, aludiendo a otra calle y a otra cofradía, que las paredes se abrían cuando llegaba el Señor; en la calle de San Francisco ocurre exactamente lo contrario. Cuanto trabajo cuesta impedir que roce el Paso con la cal de sus fachadas, cuando la acera se te mete bajo los pies y de reojo vas mirando las paredes y a esa mujer que, entrepuertas de su casa, mira a su vez la Imagen, con lágrimas en los ojos y una oración en los labios. Y se me figura que es esa estrechez de esta calle y de la Puerta de Granada como el corazón del hombre, que no deja pasar a Jesús, y que El va abriéndose paso, sorteando esquinas, saltando aceras, hasta conquistarlo, como conquista Motril cuando el Paso llega al Templo de la Encarnación:
¡Que pena que la Mayor
tenga las puertas pequeñas,
que si grandes las tuviera
las hermandades harían
su Estación de Penitencia!
La calle Comedias es y será por muchos años la calle de la Cofradía, será mientras en el recuerdo de muchos de nosotros perdure la hermandad, el calor y tantos momentos vividos en ésta humilde casita que nos albergó durante mucho tiempo. Una casa en la que se vivía la hermandad, la hermandad pasionista, pero también apasionada, como es el corazón de todos los cofrades motrileños. Calle de la Cofradía y calle de milagros, ahora pasa Jesús y pasa sanando enfermos, del cuerpo y del alma, consolando a los afligidos, repartiendo esperanzas e ilusiones a sus hijos. Calle Comedias, tan estrecha, tan tortuosa, tan pequeña y, sin embargo, que llena estás de vida, de espíritu cofrade, de vivencias cofradieras, de vida cofrade durante todo el año. Las reuniones de los sábados, cuando el la sobremesa, alguien cogía una guitarra y todo el mundo participaba en la alegría de estar juntos. Ese nacimiento que en Navidad los niños iban a ver, asomados por las rejas de la puerta. La fiesta de la Cruz, con sus sevillanas y la algarabía en la calle, y , por último, en Cuaresma, preparando las palmas, bruñendo los faroles y la Cruz Guía, verdaderamente fue una Casa de Hermandad.
Jesús de Jerusalén
hace un alto en el camino
cuando por Comedias pasa,
y es que no puede olvidar
que aquel rinconcito fue,
en cierta ocasión, su casa.
El Paso continúa su camino, los costaleros confortados por el agua se disponen a seguir con su particular Estación de Penitencia; es la calle Comedias la de más difícil tránsito para el Paso, los cuatro pateros deben mirar hacia fuera para calibrar que la canastilla quede exactamente a medio centímetro de las esquinas. Tan solo se escucha al Capataz y al Contraguía dando las órdenes para cuadrar el Paso que, lentamente, va salvando una curva, luego otra, y para terminar la calle, un estrechamiento donde las flores de los laterales se aplastan contra las paredes, dejándolas impregnadas de su aroma, como un presente de Jesús de Jerusalén al Soberano Señor de los motrileños.
El paso enfila ya la calle Cruz de Conchas, cuesta arriba, como si de un Calvario se tratase; sin darnos cuenta se nos ha hecho de noche; la calle en vaguada hace que el peso lo soporten los laterales, pero los fiadores y corrientes, los del centro del Paso, no pueden quedar sin trabajo y agarrados con ambas manos a los varales, levantan el Paso por encima de sus cabezas para igualarse con la altura de los laterales, y así, poco a poco, Jesús va llegando a la calle Nueva.
Desde mucho rato antes, la gente se ha ido concentrando, entretanto el Hermano Mayor ha acudido a solicitar la venia para entrar en la Carrera Oficial, los responsables de organizar las filas de nazarenos van dando instrucciones: Guardad la distancia con el de delante, no os paréis, no miréis para atrás….
La Cruz Guía asoma por la esquina de la calle Chispas, escoltada por dos nazarenos. Cumplimentadas las formalidades, puede entrar la Cofradía en la calle Nueva. Los niños, casi nos habíamos olvidado de ellos, siguen ahí, algunos traen ya ojos de sueño, pero también ellos son conscientes de que éste es un momento importante, todo el pueblo se ha congregado aquí para alabar al Señor, a su Señor de la Borriquita.
La Cofradía entra con gran estrépito en la calle Nueva, cornetas y tambores anuncian el paso de Jesús. Bajo los varales es el momento de mayor inquietud, imaginaos, todo un año pensando en que llegue este momento, dos meses de ensayos para plasmar ese trabajo en diez minutos. Por debajo no se oyen más que palabras de ánimo, apoyándonos unos a otros, con una sola idea común, que todo salga bien. El Capataz da las últimas instrucciones, pues durante la Carrera Oficial no podremos escucharlo. Ya todo depende de nosotros, de nuestra concentración y de nuestra voluntad de hacerlo bien. Suena el martillo, uno, dos, tres, ¡a esta es! Se levanta el Paso. Campanilleros. La derecha adelante, la izquierda atrás, poco a poco, sin correr, ya está el Paso cuadrado en la calle Nueva, ahora es tiempo de escuchar la música y de oír a Manolo que desde el centro mismo va avisando de los distintos cambios de paso. Aunque vas totalmente concentrado, no puedes evitar una mirada a la acera; realmente toda la ciudad está aquí para ver a Jesús. La música sigue sonando, parece que nunca haya sonado mejor, y te preguntas: ¿qué hago yo aquí? Si a mi me gustaría estar a la vez ahí fuera, en la acera, viendo como se mueve el Paso, mirando a Jesús, que hace tanto tiempo que no lo veo! Llega el Paso a la Tribuna Oficial , han quedado atrás el calor y al cansancio, el dolor en los hombros y en las rodillas, verdaderamente es con la ayuda del que va arriba como se puede hacer esto. La gente aplaude a Jesús, de nuevo comienza la banda a tocar, es increíble, pero ya no estoy cansado, es el Señor de la Borriquita quien mueve el Paso.
Atrás queda el momento más bullicioso – que no el más emotivo – del desfile, la Cofradía se encamina de regreso a su patio de la Monjas. Para los de abajo ha pasado ya la tensión, los nervios y , ¿por qué no? El miedo de que algo fallara, y se abre un paréntesis en su entusiasmo, que aprovechan para recobrar fuerzas, para tomar un relativo respiro en su esfuerzo y también para comentar, por lo bajo, como ha salido este o aquel cambio de ritmo, o alguno que otro, para hacer notar su fatiga. Las últimas chicotás son una mezcla extraña de desasosiego y de impaciencia. Desasosiego porque se adivina el final del desfile, pasada la calle Nueva, y de impaciencia porque también se presiente el momento sublime y único del encierro.
El paso llega de nuevo al pie del Cerro, de nuevo se encuentra Jesús con su Madre, y ahora Maria ya sabe que será la última vez que verá a su Hijo aclamado por el pueblo; que cuando vuelva a encontrarlo será en el camino del Calvario, abandonado por todos los que ahora le vitorean y alaban.
El triunfo de Jesús por estas calles de la Jerusalén motrileña es solo un presagio de su Triunfo mayor, su Triunfo sobre la muerte, pero para ello será preciso beber el Cáliz que le aguarda muy cerca de aquí, y pasar el trance de todos y cada unos de los Misterios de su Pasión, que, el corazón de esta Andalucía ha sabido desde siempre mas próxima, más humana y ha hecho de su recuerdo y representación algo propio, cercano, sentido en lo más profundo.
Es noche cerrada y el pueblo de Motril espera la llegada de Jesús. Los nazarenos van entrando en el patio. Casi todos los niños han conseguido su propósito, terminar la Estación de Penitencia. Sus madres vienen a recogerlos y salen nuevamente a la calle para esperar al Señor.
Ya asoma el Paso por la esquina. El corazón costalero late con más fuerza y este pregonero no ha entendido jamás la razón de esa inexplicable ansiedad, porque es entonces cuando todo el cansancio acumulado de varias horas desaparece, el dolor en los hombros ya no existe, todo ha quedado detrás de esa última esquina. Le pedimos al Capataz que la banda toque una determinada marcha, que sin saber por qué todos hemos querido. Es la última levantá del Domingo de Ramos, suena el martillo, una, dos , tres, si te acercas a los respiraderos es posible que oigas el latir de un solo corazón, con más intensidad que nunca; un momento que se hace eterno hasta que suena el cuarto golpe del martillo, el Paso se sostiene apenas sobre el suelo y ¡quinto! ¡Al cielo! Suena Nuestro Padre Jesús y el Señor de la Borriquita se dirige a su casa.
Los costaleros salen fuera, sudorosos, los rostros reflejan el esfuerzo pero sobre todo, la felicidad de haber terminado un año mas la maravillosa tarea de llevar a Jesús por las calles de éste Motril nuestro.
Tiene en su corazón la Hermandad de Borriquita una ilusión, un deseo, una esperanza: la de ver hecha realidad la aspiración de que Nuestra Señora del Rosario acompañe a su divino Hijo en la Estación de Penitencia. Y éste pregonero, que comparte esa ilusión. Quiere, para finalizar, contaros como se imagina que será la madre de Dios del Rosario.
Morena tiene que ser
nuestra Madre del Rosario,
que el sol la pondrá morena
cuando la vea en el patio.
El manto azul que la vista
tendrá estrellas como soles
y en los varales del palio,
los rosarios serán flores
que como campanas suenen,
cuando su figura pase
por este pueblo que tiene
para darle, solo amores.
Que es hija de nuestra vega
con su sol y con su caña
se le nota a nuestra Madre,
en su andar de motrileña.
Madre de Dios del Rosario,
la del gracioso perfil,
pronto queremos ver
tu fino talle paseando
por nuestro MUCHO MOTRIL.
He dicho.

Te soñaré de madrugada

Te soñaré de madrugada,
cuando calma éste viento,
después de los besos,
sosegada la pasión que me cautiva.

Ando preso entre tus brazos,
irremediable llamada
de tu pecho.
no es mejor el sueño
que el latido
de unos corazones impacientes,
ni es comparable
ésta presencia,
con la vida entera
sin tu aliento.
Te soñaré de madrugada,
sueño mío,
para que no te vayas
de mi vera,
para sentir tu cuerpo
junto al mío
cuando ya mi pensamiento
no te vea.
Así me quedaré
toda la noche,
acunando tu voz y tu sonrisa,
me perderé en bosques solitarios,
unido a ti, Amor,
hasta la aurora.

Quiero mirar tus ojos

Quiero mirar tus ojos,
saber que me he perdido
en el fondo de tu alma
de mujer dulce y salvaje.

Quiero mirar tus ojos
de madrugada,
despertarte con mis besos
y recrearme en tu mirada,
dulce como dátil del desierto,
lasciva y feroz,
como de gata en celo.

Quiero que tu mires los mios,
que se muestran a ti
con esa mezcla de ternura y de fiereza
que has dado a una vida
ya tuya para siempre.

Te tomaré de la cintura,
sin apartar mis ojos de los tuyos,
te haré mía, y en ese instante,
la tierra entera callará
para escucharnos,
oyendo el grito de amor
que nos sublima.

Quien me quitó aquel sueño

Quien me quitó aquel sueño,
La alegría de ver el sol poniente,
La inocencia feliz de nuestras vidas.

Quien me arrancó, como se arranca
El corazón a los niños de la guerra,
Quien de mi alma se ha bebido
La inconsciente ternura de esos años.

Contra ti me rebelo,
Anónimo ladrón de sentimientos,
Devuélveme la vida que robaste,
Y aún con medias suelas en el alma,
Comenzaré a libar de nuevo el vino,
Dejaré que se inunde mi mirada
Con nuevos atardeceres rojos
Y playas desiertas de primavera.
Abriré mi corazón y mis sentidos
A la luz del mar
A su latido.

Que misterio encierra

Que misterio encierra éste trueque,
quedarnos vacíos de nosotros mismos,
y sin embargo, llenarnos del otro.

Como un canal invisible y casi perfecto
abrimos las esclusas,
nos derramamos enteros,
llegamos más allá de lo imposible
para encontrarnos fundidos
en la misma esencia,
derretidos entre este agua hirviente,
conclusos y plenos de un amor insaciable.

Polvorilla y el mar

De su infancia marinera
le quedó
el salino azabache
en la mirada.

Se elevo de entre la espuma,
tierra adentro,
como vilano frágil,
sobre el viento.

Quiso echar raíces
en la tierra
pero murió la raíz
tras dar su fruto.

Ahora vuela el corazón
hacia su origen,
el mar, siempre el mar,
en su cabeza,
esperando que lleguen
buenos vientos
que unan cuerpo y mente
en ese anhelo.

No fue su vestido color rosa

No fue su vestido color rosa,
ni la lluvia de su voz
en mis oídos.
Ni su grito clamando
tras las puertas
de una cárcel donde su alma
se escapó por las ventanas.
Fue su corazón,
herido y libre,
quien tocó
con mágica vara
mi existencia,
tanto tiempo dormida
en su letargo.
El misterio de esa luz,
de ese latido,
me enfrenta con la vida
que no quiero,
y uniéndome con ella
en ese grito
proclamo Libertad
en mis fronteras.

Mis manos y mi voz

Mis manos y mi voz,
en ese instante,
te acercan, amor,
contra mi pecho.
Huye la razón
de mi cabeza.
Le brindo el puente
y ella se arracima,
poniéndome en la piel
sándalo y lirio,
y calma éste dolor
con sus aceites,
y brinda conmigo
por la vida.
El acaso se torna
certidumbre,
ya no existe el Tu
como quimera,
la magia de ésta noche
ha conseguido
que el Destino se tome
el día libre.

Me hundiré en tus ojos

Me hundiré en tus ojos
como en dos abismos negros,
en tu mirada nocturna,
bajo lunas de marfil y plata
me quedaré un rato largo,
incesante vaivén de sentimientos.
Seguiré mi viaje hasta llegar
al fondo de todos tus anhelos,
abriré el balcón de tu mirada
para encontrarme contigo sin distancias,
plena de luz, radiante estrella,
te reflejas en mi,como el sol sobre las olas.

Incierto destino

Incierto destino,
mas allá de corazones rotos,
mas allá de sueños azules,
perdido en la niebla
de las sinrazones
es el viento quien grita,
porque él conoce
los oscuros caminos.
Solo el viento habla
cuando el corazón calla,
y de madrugada silba,
hiere mi oído y silba,
no puedo hacer callar al viento,
maldito mensajero,
portador de sueños rotos.
Y solo espero la lluvia....

Escribo en tu piel

Me pides que escriba,
mi Musa cantábrica.
Y quisiera escribir
en tu piel redonda,
con mis dedos morenos.
Empiezo con mayúsculas,
sobre tus ojos que hablan.
Me vuelvo minúsculo,
por el rojo terciopelo
de tus mejillas redondas.
Resbalo por las lineas
gruesas de tus labios,
Y escribo un soneto,
sin tu lengua, incompleto.
Doy la vuelta a la hoja,
y escribo en tu pecho,
paréntesis de nieve,
con cimas de diéresis.
Recorro tu vientre
y mis dedos ahora
remedan a Miller.
Prisionero de tus muslos,
interjecciones de seda,
los dedos ya presos
de tu piel imposible.

El corazón en la palabra

No es mi boca quien te habla,
Sino el silente sonido de mis dedos,
Ni mi voz de tonos andaluces
Quien pone en tus ojos mi palabra.

Son tus ojos los que mueven los latidos
De un corazón herido de alegría,
Al que basta una palabra, un gesto apenas,
Para sentirse vivo todavía.


No te canses nunca de escucharme,
Entre tanto rumor de caracolas
Que acercan el mar a tus oídos,


Es tu voz la que hace desnudarme
El alma ante ti, sin más abrigo
Que el calor de tu voz, de tus palabras.

DIALOGO


Llegas
confundes
enturbias
llamas
abres
encantas
influyes
envuelves
penetras
gritas
YO
Tiemblo
me deshojo
gozo
lloro
río
me abro
broto
aliento
vivifico
renazco
en la savia
de tu boca
y mi vientre
sonríe entre
tus piernas
ya vencido.
Yo
vago,
me diluyo,
crezco,
lamo las orillas,
paladeo el amor,
y temo,
y me retiro,
eternamente cíclico,
eternamente inseguro,
enamorado del amor,
vagabundo del amor,
vilano enamorado.
Tu
vuelas,
expandes,
vuelves,
te arracimas en la arena,
y te contraes,
mas el vilano
no hace nido,
vuela, vuela siempre.

De fiesta se ha vestido el horizonte

De fiesta se ha vestido
el horizonte.
Estuvo acicalándose
ésta tarde,
y asomó de pronto
muy compuesto.
Se ha teñido de rojo
los cabellos,
pues recibe al sol
enamorado.
El sol, por su parte,
en el espejo del mar
se está mirando,
se adorna con nubes
de violetas
y cubre su rostro
de amapolas.
El tiempo parece detenerse
al abrir la puerta el mar
para el amante.
Rojas crines galopando
sobre la espuma, huyen,
robándonos la luz
y sus colores.

Cómo es posible extrañar

Cómo es posible extrañar
aquello que no se conoce.
Cómo se puede desear
la flor que jamás he olido.
Cómo se puede abrazar
al viento tras las montañas.
Como es posible besar
la boca que nunca tuve.
Como es posible abrazar
el sueño de mis sentidos.
Cómo es posible amar
una voz solo en mis oídos.

Conozco su alma,
entregada a borbotones,
Conozco esa flor,
que acaricio en mis vigilias,
Conozco ese viento,
que es huracán en mi rostro.
Conozco esa boca,
que duerme pegada a la mía.
Conozco mi sueño,
rompiendo un pacto invisible.
Escucho esa voz
y mi cuerpo se torna su hoguera.

CALEIDOSCOPIO

El viento acerca a mis oídos
rumor de caracolas
que besan la playa.

El rocío de los juncos
pone en mi cara perlas irisadas,
frescas como mañanas de invierno.

Las gaviotas, veleros de los sueños,
se acercan a la orilla,
vienen buscándolos para llevarlos
al país de las nubes.

Las olas de seda se recrean
en mis pies simétricos,
entregando su trozo de eternidad,
y avergonzadas se esconden.

Mas tarde, el sol se enfurece
y muestra su cólera roja,
pura envidia de la pálida Selene.

Ballade pour un amour imposible

Au début, la fragance de ses mots roses,
comme un perfum frais, remplit mes yeux
d´une nouvelle sensation.

Le destin aparaît derrierè l´ècran
et je le salue avec un sourire complice.

Après, ces mots deviennent
plus serieux, plus intimes,
mais toujours intelligents.

Et je me questionne, et moi-même,
je ne trouve pas les réponses.

J´ai peur de suivre a nouveau
le même chemin,
mais cette terrible tentation
frappe ma tête, sautant sur mon coeur.

Je ne vais rien faire pour eviter le destin.
Je vais laisser que la pluie muoille
mes yeux, mon coeur, ma vie.

Quand le soleil retournera
je serai allongé
sur la sable
d´une plage solitaire.

Balada para un amor imposible

Al principio, la fragancia de sus palabras rosas,
como un perfume fresco, llenaron mis ojos
de una nueva sensación.

El destino aparece detrás de la pantalla
y yo lo saludo con una sonrisa cómplice.

Después, esas palabras se tornan
mas serias, mas intimas,
pero siempre inteligentes.

Y me pregunto, y yo mismo
no encuentro las respuestas.

Tengo miedo de tomar de nuevo
el mismo camino,
Pero esta terrible tentación
llena mi mente, saltando sobre mi corazón.

No voy a hacer nada por evitar el destino.
Voy a dejar que la lluvia moje
mis ojos, mi corazón, mi vida.

Cuando el sol vuelva
me hallará tendido
sobre la arena
de una playa solitaria.